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domingo, 5 de diciembre de 2010

Poesía

Poesía, es el título del film de Corea del Sur, dirigido por Changdong Lee.

No puedo dejar de enlazar este título con el de La poesía es un arma cargada de futuro de Gabriel Celaya, poema que fue musicado por Paco Ibañez y que aquí vemos interpretado por Joan Manuel Serrat.



La película Poesía nos muestra a su protagonista Mija, que vive en una ciudad cercana a Seul junto a su nieto adolescente, asistiendo a unas clases en un taller de poesía, donde el profesor le muestra de manera sutil cómo escribir un poema, cómo "ver las cosas de verdad", prestando atención a la vida diaria, observando lo que tiene en su entorno habitual y descubriendo sonidos y silencios que luego plasmará en la libreta que la acompaña.

Sin embargo la realidad de Mija es dura y cruel en estos momentos de su vida, su salud se deteriora con la aparición de una demencia senil y el cuidado de su nieto se ve desbordado, por la implicación de éste, en un acto trágico y violento.

Mija compagina la inspiración poética con el dolor ante la realidad de su enfermedad y la convivencia con su nieto.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Conversar como solución

Josep Moya: "Los padres que protagonizaron el "Prohibido prohibir" del Mayo del 68 se equivocaron"

El fenómeno "ni-ni" y el alto fracaso escolar derivan de la pérdida de la noción de autoridad en la generación de los progenitores, según el psiquiatra

Josep Moya (Barcelona, 1954) es psiquiatra y dirige el Observatorio de Salut Mental de Catalunya desde su creación en 2007. También es Coordinador científico del Servicio de Salut Mental del hospital Parc Taulí y miembro de la Fundació - Institut Universitari del mismo centro hospitalario sabadellense. Fue el encargado de cerrar el ciclo de conferencias Ser adolescente hoy en el CosmoCaixa de Barcelona, la pasada semana.

¿Cómo son nuestros niños y jóvenes de hoy?
Son la expresión de la sociedad y de una colisión entre la crisis y las expectativas previas. Tenemos unos niños y adolescentes educados en una época de abundancia, rodeados de objetos maravillosos –consolas, portátiles…– que los medios de comunicación pintaban como fundamentales y muy asequibles. Pero ahora resulta que la cosa se ha trastocado y que las familias apenas llegan a final de mes, el acceso al mundo laboral se ha complicado mucho y aquella abundancia ya no existe.

¿Cuáles son los problemas o los trastornos que, según su visión de especialista, afectan a más jóvenes hoy en día en Catalunya?
Los de conducta oposicionista o desafiante. Hacia los padres, los docentes, en la escuela, en la calle… Es el síntoma de un problema mucho más amplio y de fondo. Tengamos en cuenta que no todos los conflictos o malestares necesariamente se deben a trastornos mentales, que últimamente nos empeñamos en trastornarlo todo.

¿Y según los propios jóvenes? ¿Qué malestares perciben como los más graves de su generación?
Los mismos, los de conducta. Como sujetos o como sufridores de éstos. Hemos realizado un estudio en varias escuelas, por encargo de la Generalitat, y los niños nos cuentan en las entrevistas que en su clase hay agresiones frecuentes entre compañeros del mismo curso, dicen que falta de disciplina, que algunos compañeros que se ríen del profesor, nos cuentan que se aburren, que la violencia forma parte de las relaciones cotidianas…

¿Estos trastornos de conducta son la razón fundamental del actual malestar en la enseñanza?
Es una de las razones pero no la única. La otra es la desmotivación del alumnado por el conocimiento. Los docentes se quejan que en su intento de transmitir un conocimiento, no encuentran receptividad. Ya no les interesa.

¿Por qué ya no les interesa?
Una de las cosas que más nos responden los alumnos es que no le ven la utilidad a aquello que se les enseña, no ven cómo les podrá ayudar a construir su proyecto de futuro.

Hace 30 años tampoco debía parecer precisamente útil la lista de los reyes Godos.
Tampoco. Pero el profesor o tus padres te convencían de que sí que te serviría algún día para obtener un trabajo o pasar unas oposiciones, que te darías cuenta más adelante. Y esto es lo que ya no tiene credibilidad. La autoridad del adulto, el reconocimiento a su saber y la conveniencia de escucharle, tambalean.

Insisto: ¿Por qué?
Es un cambio progresivo que empieza con el Mayo del 68, durante la juventud de los actuales padres. Estas familias y actores que lo protagonizaron probablemente se equivocaron cuando decían esa famosa frase de "Prohibido prohibir". A partir de ese lema surgen hoy respuestas radicales, rígidas, feroces, que reivindican el autoritarismo contrario. Y en este sentido el resurgir de algunos grupos neonazis podría ser una consecuencia tardía del 68.

En Catalunya tenemos alrededor de un 40% de fracaso escolar. ¿Cuántos naufragan por ese magma inestable de valores y cuantos por desórdenes de conducta?
La existencia de trastornos no justifica el fracaso escolar. Ya sé que hay colegas míos que afirman que el fracaso escolar en Catalunya se debe únicamente a trastornos mentales o de conducta no diagnosticados. A mi me parece que no, que es tan alto porque la problemática de fondo con los valores no genera las condiciones adecuadas para la transmisión del conocimiento. Por eso nuestro sistema educativo no resulta motivador ni para los que van retrasados en el aprendizaje ni para los que van sobrados.

¿Qué balance hace de la introducción de psicólogos en las escuelas?
Muy buena. En este estudio para el Departament d"Educació justamente respaldamos que los docentes tengan un apoyo clínico con dos funciones primordiales: detectar y derivar a especialistas posibles trastornos graves y capacitar al profesor para reaccionar adecuadamente ante una crisis en el aula o un comportamiento sintomático.

Tendrá limitaciones, sin embargo.
Las horas de tutorías no pueden ser reducidas, porque hay niños que las necesitan como agua de mayo. Otra limitación son las familias que tienen una actitud hostil hacia el docente o que cuestionan sistemáticamente los informes de la escuela. Y la red de salud mental infantojuvenil tiene que dar una respuesta rápida una vez detectada una situación muy grave en una escuela, no que le den visita para dos meses después. Los centros están muy colapsados, pero tienen que encontrarse vías para acelerar la atención a los casos más graves.

Quería preguntarle sobre los ni-nis, sobre aquellos que verdaderamente lo sean y vean pasar los días y los meses apoltronados en el sofá de casa de sus padres. ¿Detrás de algunos de ellos puede haber un trastorno?
Algunos casos seguramente habrá, pero la mayoría sufren una preocupante falta de responsabilidad, entendida como la capacidad de hacerse cargo de las propias decisiones y sus consecuencias. Me da la sensación que ante la frustración de esas expectativas de éxito fácil, no tienen los recursos personales para afrontar el contexto actual, porque no fueron educados para la escasez sino para la abundancia.

¿Cantarles las cuarenta les hace espabilar?
No. Ya no podemos devolverlos a la infancia y volverlos a educar para el nuevo contexto. No lleva a ningún sitio criminalizarle y dedicarle toda clase de descalificativos, que si eres un gandul, que si eres un irresponsable… No da buenos resultados. Algunos incluso se acorazarán y quedarán aún más inhibidos. Posiblemente necesiten mucho más un apoyo individual, hablar con alguien y compensar los recursos que no tiene.

¿Cuándo tiene que saltar la alarma que un posible trastorno mental?
Cuando un mismo síntoma se da en todos los entornos. Hemos visto muchos niños que son movidos en clase de una asignatura, pero no lo son en otras, o no lo son cuando ven la televisión tres horas, jugando al ordenador o incluso haciendo una tarea escolar que les motiva.

Hay niños hiperpasivos también, aunque se les nombre menos que a los hiperactivos.
Porque no hacen ruido, claro. Se trata de niños apáticos, que no hacen ruido, que no muestran interés por demasiadas cosas. Hay que explorar cada caso y ver que detrás no haya una depresión u otro problema grave.

Hábleme de la depresión infantil en Catalunya. ¿Su prevalencia es relevante?
Bastante. Alcanza a entre un 10% y un 15% de los menores, más o menos. Un niño de 10 o 12 años puede entrar en situaciones depresivas y manifestarlo a través de trastornos de la conducta. Por eso es tan importante que cuando se detecta un trastorno, el especialista hable con el niño o adolescente, mantengan una conversación en persona, larga. Los desencadenantes más habituales son las crisis familiares y la sensación de no encontrar su sitio en la vida, por sentirse inútiles o no llegar a los niveles de aprendizaje de los demás…

Tanta complejidad estructural y de valores es desalentadora. ¿Alguna receta que esté a nuestro alcance?
Conversar. Y me refiero a conversaciones largas. Los profesores con los alumnos, los profesionales de la salud mental con los docentes, estos con las familias, los hijos con sus padres… Sólo desde la conversación llegaremos a la detección. Y superar el sentimiento de culpabilidad para alcanzar una actitud de responsabilidad, de hacerse cargo de la situación. Son tan complejas las causas de los trastornos, que lo único sensato es incidir en aquellos factores que están en nuestras manos, como la capacidad de hablar y escuchar."

Esta escultura con la que ilustro esta entrevista de hoy en La Vanguardia, formada por cuatro cubos apilados de manera desencajada, representan para mi este desencaje que se presenta en los llamados "ni-ni", un desencaje conformado por diferentes motivos y que se encuentran bien descritos a lo largo de la entrevista con Josep Moya y donde aporta al diálogo, a la conversación como posibles vías abierta a una solución.


Playa de la Barceloneta, L'estel ferit, de Rebecca Horn, 1992
Foto, junio 2010: Pilar Vidal Clavería

miércoles, 5 de mayo de 2010

Violencia

Resulta duro leer esta entrevista y sólo al final aparece la esperanza ante el consejo que aporta Vicente Garrido para ayudar a estos adolescentes que según las estadísticas son muchos más de los que quisiéramos.

LA ENTREVISTA CON EL PSICÓLOGO EXPERTO EN LA VIOLENCIA

Vicente Garrido: «Hay madres que no se fían de sus hijos»

Ha investigado miles de historias de adolescentes denunciados por sus madres tras ser agredidas por ellos. Dice que son la punta de un iceberg.

ÀNGELS GALLARDO

Su ámbito de excelencia son los crímenes, las agresiones sexuales, los asesinatos y la violencia de los hijos contra los padres. De esto último trató su primer libro, ‘El síndrome del emperador’, donde describió a los hijos tiranos. Ahora publica ‘Mientras vivas en casa’. Vicente Garrido (Valencia, 1958) es profesor de Psicología y Pedagogía Correccional en la Universidad de Valencia, y un punto de referencia español en el análisis psicológico de los niños muy violentos.

–¿Por qué una mujer denuncia ante el juez a su hijo adolescente?
–Normalmente, hay dos motivos: teme que abuse de un hermano pequeño, o que lo ataque de forma violenta; o bien, ella y su marido se sienten en peligro. Hay madres que no se fían de sus hijos. Cierran la puerta de su habitación por las noches. Temen que incendien la casa. Ven un riesgo inminente porque los mantiene bajo una amenaza insoportable.

–No habla de casos aislados.
–En absoluto. La Fiscalía General del Estado tramita cada año más de 6.000 denuncias de este tipo, y se considera que apenas representan el 10% de la realidad. Es difícil que las madres denuncien a sus hijos.

–¿Qué sucede para que un adolescente sano agreda a sus padres?
–Su objetivo siempre es tomar el poder. La edad predominante en este tipo de violencia son los 14 o 15 años, que es cuando el chico empieza a salir de casa y quiere obtener privilegios. Es cuando son más evidentes las cortapisas que implica el control paterno en su vida cotidiana. Ha de quedar claro que son muchachos bien cuidados, de familias que se han preocupado por su educación.

–¿Qué controles no toleran?
–Cosas muy básicas. No quieren que se les haga levantar a una hora determinada por las mañanas; no soportan ver los canales de televisión que los padres eligen; se niegan a comer lo que su madre cocina o a cuidar de un hermano pequeño. No les gusta ir a la escuela, ni tener que volver a casa a una hora concreta. Todo eso.

–O sea, las normas de convivencia.
–Exacto. Estamos hablando de chicos con un temperamento violento y dominador extremo, sin ningún apego hacia sus padres. No han vivido en un ambiente violento, ni en una familia desestructurada, pero se sienten muy poco vinculados con ellos. Eso les permite enfrentarse a las normas educativas de la familia sin el sentimiento de culpa o el remordimiento que tienen los niños que quieren a sus padres. No tienen dependencia afectiva.

–¿Y eso los lleva a ser agresivos?
–Eso, sumado a otra característica diferenciadora: tienen muy exagerada la fijación de sus metas. Desean más que otros disponer de más dinero, más tiempo libre..., eso figura entre sus máximas prioridades. Como las familias no son democracias, sino que aplican normas, cada vez sienten más la necesidad de rebelarse. Se dan cuenta de que no tienen dinero ni edad para vivir en otro contexto, y creen que la forma de hacer lo que quieren es tomando el poder.

–¿Cómo se llega a esa situación?

–Muchos de estos casos afectan a madres solas, que no tienen tiempo ni saben cómo afrontar los primeros signos del problema, que suelen aparecer cuando el niño tiene 8 o 10 años. También se da en familias con padre y madre, pero es más fácil que el componente violento surja cuando no hay padre. La madre siempre es más vulnerable.

–¿En qué tipo de familias sucede?
–Claramente, en las clases medias. Afecta a chicos que suelen ir mal en los estudios y, si no van mal, es porque son inteligentes, no porque se esfuercen. Abusan emocional y psicológicamente de su madre y de algún hermano pequeño. Poco a poco, pasan de ahí a los golpes con objetos y a las amenazas físicas.

–¿Esto es consecuencia de su carácter o de que han sido educados como el rey de la casa?
–No, no. Nada de rey de la casa. Precisamente, esos padres tienen problemas porque se oponen y se enfrentan a sus hijos. Se suele pensar que han sido permisivos, pero no es así. Lo que ocurre es que no han sido suficientemente hábiles para manejar a unos hijos que son muy difíciles. La permisividad paterna facilita la tiranía de un hijo, pero no la provoca.

–¿Es un fenómeno nuevo?
–No. Aunque nunca ha sido tan difícil educar como ahora. Niños con conductas violentas existían hace 40 años, pero vivían en un ambiente externo que les obligaba a mantener autocontrol. La sociedad ha perdido capacidad de socializar. Hay un debilitamiento en el poder de las familias para sacar adelante a los hijos en un entorno saludable. Su primera opción es acudir a la justicia. Se judicializa todo de forma exagerada.

–¿Qué aconseja a quien tenga un hijo dominante y violento?
–Nunca han de cederle la autoridad. Han de intentar, como puedan, que sus hijos desarrollen empatía. Que descubran que pueden ser valorados y poderosos siendo ejemplos positivos para los demás. Necesitan modelos éticos. Conviene incorporarlos a prácticas de voluntariado, a actividades que les generen sentimientos fuertes por ayudar a los demás.

sábado, 6 de febrero de 2010

Realidades ocultas

Este cartel de PRECIOUS no es el que vemos estos días publicitando la promoción de la película, todo y que al encontrarlo para ilustar la entrada en el blog y después de haberla visto esta tarde lo encuentro muy adecuado. Da una imagen de como se puede sentir la protagonista, Clairance "Precious" Jones, que con 16 años está embarazada de su segundo hijo, razón por la que debe abandonar su escuela habitual.

Ambientada en el año 1987, en el barrio de Harlem y basada en la novela Push, nos explica la vida desestructurada y resquebrajada por su entorno familiar, contra el que Precious lucha para recuperar su dignidad, enlazando sus sueños, propios de la muchacha adolescente que también es, con su cruda realidad y a la que podrá enfrentarse gracias al amor por sus hijos y a la ayuda de una profesora en una nueva escuela especial.




martes, 26 de enero de 2010

Adolescentes responsables

El pasado sábado la entrada del blog, Cautelosos trataba sobre los hijos adolescentes, Susana Veilati hacía un acertado comentario, diciendo que consideraba básico el respeto en las relaciones con los adolescentes.

En la entrevista de hoy de La Vanguardia, Alicia Banderas también indica al respeto como puntal en las relaciones con los adolescentes junto a la responsabilidad de los padres, el refuerzo positivo y el poner límites.

Alicia Banderas: "Los padres no pueden ser amigos de sus hijos"
La psicóloga es la autora del libro 'Pequeños tiranos' con el que da a conocer que es lo hay detrás de los adolescentes que se portan mal y las claves para evitarlo
Albert Domènech| Barcelona | 26/01/2010 | Actualizada a las 02:37h | Ciudadanos / La Vanguardia
Seguro que hay muchos padres y madres que en algún momento de su vida se han sentido frustrados con la actitud o determinadas acciones de sus hijos. Es el momento de hacerse preguntas como, ¿he sabido educar bien a mi hijo? O ¿qué es lo que hemos hecho mal? Alicia Banderas es licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid y lleva más de diez años tratando profesionalmente la conducta de los niños y adolescentes. La presentadora del programa "Escuela de padres…en apuros" da consejos teóricos y prácticos en su libro recién publicado "Pequeños tiranos", dónde explica algunas claves para lograr que nuestros hijos pasen de ser niños desobedientes a adolescentes responsables. Una tarea educativa que, según ella, corresponde en su totalidad, a los padres, que deben encontrar con sus hijos el equilibrio entre la autoridad y el cariño y saber poner unos límites a tiempo. De no hacerlo, y según los casos, los niños pueden llegar a convertirse en auténticos tiranos, mostrando insensibilidad al dolor ajeno y perdiendo completamente el respeto a sus progenitores. En el libro, Banderas aplica técnicas y estrategias de la psicología actual y aunque deja claro que "los padres perfectos no existen", también quiere lanzar un mensaje positivo y tranquilizador a muchas familias: Siempre se está tiempo de cambiar la relación con tu hijo y a los adolescentes no hay que demonizarlos por norma, "ya que la gran mayoría llegarán a ser responsables, cooperativos y con un gran sentido de ayuda y de solidaridad". Que así sea.

Los dos grandes errores de los padres
La psicóloga Alicia Banderas deja claro en todo momento que no existen los padres y las madres perfectos. Todos cometemos errores. Aún así, cree que hay dos de ellos, que son los peores que pueden cometer los padres en la educación de sus hijos. Son estos:

-No delegar responsabilidades en sus hijos, sino que los tratan como en un mundo entre algodones.

-Hacen un intercambio poco proporcionado entre el esfuerzo y la recompensa y los caprichos que les dan. Ellos mismos saben que no merecen muchas cosas que les dan, pero son incapaces de decir no a sus hijos y les dan de todo.

-¿Cuál es la definición que más se adecua a la de un niño tirano y qué diferencia hay con la rebeldía habitual que se da en ellos en esta etapa de su vida?-Es verdad que hay que diferenciar entre el niño tirano y el niño que es más desobediente, y se salta algunas normas.

-Hábleme de los primeros…-Te voy a dar dos cualidades esenciales. Un niño tirano tiene una insensibilidad ante el dolor ajeno, es decir, se muestra incapaz de ver el daño que causa a los demás, y sobre todo a los padres. No tienen remordimientos de conciencia ante sus malos comportamientos. Y eso va unido a que no tienen sentimiento de culpa, la culpa es siempre de los demás. Hay muchos adolescentes que dicen, es que insulté o agredí a mi madre porque no me dejó salir.

-Tienen una realidad distorsionada de las cosas…-Exactamente, es una falta de capacidad de ponerse en la piel de los demás y de percibir el daño que causan y un bajo remordimiento de conciencia, esos serían los principales indicadores.

-Para no preocupar a muchos padres que nos puedan estar leyendo. ¿Cómo pueden ellos ser capaces de discernir entre un niño rebelde y un futuro tirano?-Hay comportamientos propios de la adolescencia o de la preadolescencia. Por ejemplo, hay comportamientos con niños de diez u once años que son muy comunes y muy normales, como cuando se distancian de los padres y tienen una rebeldía consustancial a la propia adolescencia. Digamos que es un ensayo para la vida adulta, de pequeño está haciendo todo lo que le dicen sus padres y luego sale al mundo y tiene que aprender esas habilidades que todos hemos aprendido a base de algunos conflictos, eso es normal. Lo peligroso es cuando el adolescente hace caso omiso, se salta normas y no se pone en la piel de los padres. Hay una agresividad que acaba por atemorizar a los propios padres con actitudes que amedrentan. Ahí están echando un pulso, y ya podemos hablar de niños tiranos porque solo quieren salirse con la suya.

-Y ahí ya tenemos un primer indicador de que la cosa no va por el buen camino…-Sí, y otra cualidad que podemos señalar es su gran egocentrismo, ansia por conseguir lo que ellos se proponen llevándose por delante lo que sea. Hay adolescentes que pueden transgredir una norma, y dos y tres, pero no hay esa maldad o esa insensibilidad hacia los padres. Esos adolescentes al final son capaces de pedir perdón o reconocer que se han pasado. Sin embargo, los niños tiranos son incapaces de pedir un perdón sincero porque no lo sienten. Y lo tienes en los casos de estos chicos que son capaces de grabar imágenes con el móvil de cómo pegan a alguien. No se están poniendo en la piel del otro chaval, y ahí hay unas muestras de insensibilidad que en las casas se traducen en tiranía, son los reyes de la casa y las normas las marcan ellos.

-¿Por qué se decidió por el calificativo de tirano? En el fondo siguen siendo niños o adolescentes, parece una contradicción…-Hay mucha literatura e investigaciones al respecto. Yo me he basado mucho en las informaciones de Vicente Garrido, que es un criminólogo muy importante en España, y que ha estudiado mucho este tema y también los califica de esta forma. Llevo más de diez años dedicándome a los adolescentes y a veces siempre se los ha demonizado mucho. Así que también decidí tratar a los padres y hacer escuelas de padres, ya que veía que ellos confundían la rebeldía con la tiranía. Busqué información y vi que ya se les definía así, no es algo que me haya inventado yo, pero que sirve perfectamente para expresar ese comportamiento peligroso.

-Usted dice que no todos los niños son tiranos, ni mucho menos. Eso quiere decir que no nacen tiranos, sino que se hacen con el tiempo. ¿Hay que buscar culpables?-La tiranía como tal tiene una predisposición genética, puede formar parte del temperamento con el que nacemos. Por eso a veces decimos, este niño que difícil es, cuando hay otro que no lo es tanto. Hay padres que tienen varios hijos y pueden con uno y con el otro no. Hay una predisposición genética a la tiranía pero no quiere decir que ya predetermine que vaya a ser un niño tirano. La acción educativa y el estilo educativo que utilizan los padres son fundamentales.

-Entremos en el terreno de los padres, de la familia. Mucha responsabilidad.-Sí, lo que ocurre es que cuando estos niños son muy difíciles por esta tiranía normalmente los padres, como no son perfectos, y eso es imposible, tienen mucha dificultad para controlarles, para ponerles límites y al final utilizan un estilo permisivo. Estos niños que tienen este comportamiento, unido a un estilo permisivo es lo que hace que sea un cóctel explosivo.

-Dice en el libro que a partir de los seis años ya se pueden detectar en el niño ciertos indicadores de tiranía, pero que es algo difícil de ver por parte de los padres, especialmente por motivos laborales porque pasan mucho tiempo fuera de casa…-Sí, es cierto. Vamos a ver, para ayudarles debo decir que normalmente estos niños tienen muy poco miedo o ansiedad sobre el castigo. Cuando se les reprende por alguna conducta se muestran con unas actitudes desafiantes. También se muestran muy impulsivos, tienen muy poca tolerancia con la frustración. Lo puedes ver con los juguetes, cuando cogen una rabieta desproporcionada cuando no se les da lo que piden. A veces, tienen actos de crueldad muy poco acordes con la edad, como pegar a alguien o romper algo con mucha rabia, incluso con los animales.

-Cita en el libro varios estilos educativos, el autoritario, el democrático y el permisivo. Imagino que con su experiencia con los padres se ha encontrado con muchas familias que ya no saben que rumbo tiene que seguir con la educación de sus hijos. ¿Usted cuál recomienda?-En un principio muchos padres no son capaces de establecer dos cosas que son fundamentales, poner límites y decir que no. Lo que pasa es que hay padres que les cuesta mucho decir que no a sus hijos, y se lo dan todo y rápido. Ellos se tienen que armar de valor para saber que no pueden ser amigos de sus hijos, ni ganarse su confianza para luego darles todo. Los padres tienen que ser padres, y eso pasa por poner límites y establecer unas normas con sus hijos. A veces también, algunas de estas normas tienen que ser unilaterales y las tienen que poner los padres. Otras ya serán negociadas con los niños.

-Me consta que algunos ya lo hacen, pero que ni así consiguen dominar a sus hijos…-Es que ante este tipo de comportamientos rebeldes de los hijos tú te tienes que hacer aún más fuerte. Como él te vea como víctima muy vulnerable, se crecerá y se alimentará ante esta vulnerabilidad. Lo que ocurre es que hay mucho complejo de los padres, que huyendo del estilo autoritario que ellos vivieron, no quieren aplicarlo ahora para sus hijos, pensando que la confianza que se puede lograr con los niños es a través del colegueo. Eso es un error, siempre digo que los padres no pueden ser amigos de sus hijos, los amigos ya se los buscan ellos. Lo que pasa es que un padre puede ser autoritario, y muy cariñoso a la vez, esa sería la autoridad verdadera. No hay que confundir el autoritarismo con la autoridad.

-Imagino que desde la culpabilidad tampoco se puede ejercer la autoridad…-Exactamente, por la dificultad de conciliar el trabajo con la familia, a veces llegas a casa y lo haces cansado. ¿Y qué ocurre? Que tú no quieres brega con un hijo y al final se lo das todo. Y entonces algunos niños te hacen chantaje emocional y la culpabilidad se apodera de los padres y las madres que no pueden ser firmes. Tanto la culpa como el huir del autoritarismo o incluso la sobreprotección que hay ahora, son malas.

-La teoría del péndulo. Hemos pasado del autoritarismo al todo vale…-Sí, es como si no hubiéramos manejado bien toda esta libertad, una libertad tan buena. Pienso que ahora las familias sí que se comunican mejor que antes, hablan de muchos más temas, el tiempo es menor pero puede ser de más calidad. Lo que pasa es que dentro de esta comunicación hay veces que hay una línea de colegueo que se pasa de la frontera hasta el punto de perderles el respeto a los padres.

-Un respeto que los padres deben intentar ganarse cuanto antes. ¿O también es posible hacerlo cuando el hijo llega a los 15 o 16 años?-Si no te los has ganado antes, a los 15 años los hijos pueden pasar absolutamente de sus padres. Pienso que siempre se está a tiempo de cambiar la relación con tu hijo, y de eso tenemos pruebas, pero está claro que si empiezas antes será más fácil. La autoridad no se impone, se gana. Y la forma de ganarla es siendo firme, y compensarlo con el cariño cuando sea necesario.

-Hay muchos padres que piensan que una buena forma de ganarse el respeto de sus hijos es con un cachete a tiempo. Creo que usted está en contra de los cachetes educativos…-Sí, yo no soy partidaria de pegar nunca, porque lo que he observado es que cuando un padre o una madre pegan, al final lo utilizan como herramienta educativa, y que es algo que no hacen aisladamente. Un niño no deja de comportarse mal porque tu le pegues, eso antes quizás funcionaba más, pero ahora no. Incluso hay una parte de la ley que la tiene de su parte, hay hijos que denuncian a sus padres. También lo veo negativo porque si tú pegas a tu hijo cuando estás frustrado porque no puedes con él, lo que les estás enseñando es que cuando se está frustrado, se pega. Y el niño al final imita la violencia de sus padres. Estoy a favor de reprender las acciones, pero nunca con el cachete educativo.

-En el libro habla de la importancia de aplicar el refuerzo positivo. ¿Qué debemos entender por este concepto?-Refuerzo positivo es que a veces para que aumente la probabilidad de que un niño se porte bien y haga cosas buenas, tenemos que elogiar esos comportamientos y aplaudirlos. Al final tienes una sensación tan motivadora que lo que haces es volver a hacer igual de bien las cosas o vas por ese camino. A veces etiquetamos a los hijos de vagos e irresponsables y ya no saben salir de ahí, de esa parte negativa. Para que el niño pueda salir de esa crítica constructiva, necesita también que nos fijemos en lo que ha hecho bien. A veces lo que más quieren los niños es la atención de sus padres, así que es recomendable esa atención, buenas palabras y elogios a cosas que hagan bien. Es un buen crecimiento para su autoestima.

-Habrá algún caso, y seguro que tú has vivido más de uno, en el que todos estos consejos no sirvan a corto plazo, y se necesite ayuda profesional. ¿Cómo podemos detectar que hay que pasar del tratamiento en casa a la consulta?-Cuando los padres empiezan a dudar de que hay algo no están haciendo bien, es una duda que te invade y que intentas quemar cartuchos pero que enseguida ves que se te va de las manos. Esto es una forma de reconocer que ya no estás pudiendo con tu hijo, entonces lo mejor es pedir ayuda porque el siguiente paso es que tu hijo ha podido contigo, y ahí hay una línea muy delgada. Y lo que pasa es que hay muchos padres que no se acaban de dar cuenta de que sus hijos les tratan con violencia y lo acaban normalizando como una actitud normal. Por eso digo tolerancia cero a la primera falta de respeto. A la primera falta de respeto donde haya amenazas, gritos y sed de venganza hay que pedir ayuda a un especialista.

-En su libro no habla mucho del papel de la escuela, y también es una parte importante en la educación de los niños…-Los niños tienen que ir a la escuela educados desde casa, la educación es en casa porque es ahí donde les transmites a tus hijos los valores que tú quieres. El sistema educativo lo único que puede hacer es complementar o compensar, pero nunca puede suplir la educación de un hijo.

-Son muchos los consejos y claves que da en su libro pero la conclusión con la que me quedo es que esto de educar a un hijo es algo muy, muy serio, y aquí no existen ni Supernannys ni padres perfectos…-No, desgraciadamente no existen. En la generación de los que ahora tienen 30 o 40 años he detectado que los padres quieren proyectar su éxito en sus hijos, quieren ser los padres perfectos, y eso no puede ser, y por eso se mete la pata. Al final lo que haces es convertir tu hijo en alguien caprichoso sólo por no quererle privar de cosas especiales. Por eso se consumen tantos programas de televisión y libros porque parece que queramos los niños perfectos y de forma inmediata. Y eso es imposible, las cosas llevan su tiempo (Sonríe).

sábado, 23 de enero de 2010

Cautelosos

En este reportaje de hoy en La Vanguardia, he escogido la palabra cautelosos como título de la entrada, es un témino que podemos aplicar en muchas ocasiones, no sólo en las relaciones con los adolescentes, una cautela contemplada desde la serenidad.

Mi Hijo no me cuenta nada

Muchos padres se quejan de que sus hijos adolescentes no cuentan nada en casa, que están como ausentes, que no saben lo que pasa por su cabeza... | Pero ¿han de saberlo?


Mayte Rius | 23/01/2010 | Actualizada a las 03:31h | Ciudadanos- La Vanguardia

"No sólo es normal que los adolescentes no cuenten algunas cosas en casa; es sano, correcto y beneficioso; hay una zona de intimidad en las personas - y también en los adolescentes- que hay que preservar y es bueno que se preserve; los padres no tenemos por qué saber todo lo que hacen o dejan de hacer, piensan o dejan de pensar nuestros hijos", responde Javier Elzo, sociólogo y autor de El silencio de los adolescentes: lo que no cuentan a sus padres (Temas de Hoy). Su respuesta coincide con la de otros psicólogos y pedagogos consultados, que enfatizan que mientras los padres se lamentan de que sus hijos no hablan con ellos o bien indagan y preguntan para saber sobre ellos, los adolescentes se quejan de que sus padres los rallan, de que no se puede hablar con ellos, de que sólo saben echar broncas y de que no los tienen en cuenta, denotando con ello interés por comunicarse.

CLAVES PARA HABLAR CON LOS HIJOS ADOLESCENTES

Inmediatez Cuando quieren hablar, dejarlo todo y atenderles. Los adolescentes no hablan cuando los padres quieren o les va bien, sino cuando lo necesitan. Si se deja pasar esa ocasión, se cerrarán.

Confianza Compartir con los hijos detalles de la propia infancia y adolescencia, los amores no confesados, las decepciones y frustraciones, los problemas familiares (sin caer en la figura del "padre batallitas") contribuye a crear un clima de confianza compartida. Y, para ganarse la confianza, conviene no prejuzgar, no poner trampas, evitar los dobles mensajes y no engañarles.

Respeto Hay que respetar su intimidad, sus silencios y aceptar las confidencias que quieran hacer, sin forzarlas y, mucho menos, desvelarlas a terceros. Y nunca ridiculizar, por tonto o nimio que parezca el tema. Si lo plantean, es que a ellos les preocupa o interesa.

Control Si cuando se desahogan o hacen una confidencia un poco fuerte los padres se escandalizan, los sermonean o castigan severamente, probablemente sea la última vez que se sinceren. Hay que afrontar con calma el conflicto, porque es una ocasión para educar. Si se elude, se está validando lo que ha hecho o dicho; si se silencia, se estará dando por bueno.

Aceptar sus formas Difícilmente un adolescente se expresará con serenidad y buen tono; lo habitual es que discuta apasionadamente. Hay que tratar de ver los temas desde su punto de vista.

Razonar mediante el diálogo Hay que evitar el monólogo disfrazado de diálogo, escuchar y entender para después dialogar. No se puede pretender tener la razón en todo. Los padres también se equivocan. Y a la hora de exponer razones, hay que buscar las que puedan tener peso para ellos, no las importantes desde el punto de vista de los padres.

Llegar a establecer pactos Hay que ser flexibles y no caer en el todo o nada. El regateo puede ser una forma de conversación que dé mucho juego. Se puede ceder en lo superficial para ganar en lo esencial. Es mejor ir consiguiendo pequeñas metas que pretender la solución perfecta. Dar criterios, no sermones. Tratar un solo tema cada vez y de forma breve. Si se abruma al adolescente con muchas cuestiones, a los dos minutos desconectará porque le sonará al rollo de siempre. Tampoco hace falta que de cada conversación padres-hijo salgan pautas de conducta.

Ser positivos Es importante no quejarse de todo, etiquetarlos, generalizar o mostrarse suspicaces para evitar rallarlos y que se cierren en banda. Es mejor comenzar por los comentarios positivos, mirándoles a los ojos, estableciendo contacto físico y dejando claro que se es familia, se está en el mismo equipo y se le quiere.


"Los padres han de ser cautelosos con la expresión ´no cuenta nada´ referida al hijo, pues hay cosas que, normal y sanamente, los hijos no cuentan - ni contaron ni contarán- a los padres, como lo referente a sus sueños y pesadillas, al primer amor, a ideas de suicidio y pensamientos de fuga, sus preocupaciones, lo que les dicen sus amigos, sus creencias religiosas o sobre el maligno, el temor a quedarse solos por un accidente de los progenitores...", asegura Javier Urra, psicólogo y autor de ¿Qué ocultan nuestros hijos? (La Esfera de los Libros). Y añade que durante la adolescencia "los hijos están ganando autonomía y necesitan distancia, silencios, hasta pequeñas ocultaciones; los secretos son una parte necesaria de la evolución hacia la madurez". Elzo recuerda que precisamente la labor de los padres es ayudar a los hijos a ser autónomos y responsables, "de modo que el éxito de un buen padre es darte cuenta, por duro que sea, de que poco a poco eres prescindible".

Tampoco hay que confundirse. Que los chavales no cuenten todo no quiere decir que no cuenten nada. Es más, según las encuestas realizadas por Urra entre 4.000 hijos y padres de toda España para elaborar su informe, aproximadamente el 10% de los jóvenes afirma que no oculta nada a sus padres, al menos nada que considere relevante. "No es necesario, ni normal, que los adolescentes compartan todo con sus padres, porque estos no son sus colegas, y hay una edad en que su mundo son sus iguales y es en sus amigos en quienes confían; los que ahora son padres tampoco les decían a los suyos con quién se besaban o las barbaridades que escribían en el diario, a veces sobre sus propios padres; luego eso pasa, es un momento evolutivo, y la privacidad de los adolescentes es algo necesario, básico", apunta Isabel Menéndez Benavente, psicóloga especializada en niños y adolescentes.

Hay consenso en que los chavales de ahora no cuentan menos a sus padres que en otras épocas, entre otras razones porque los progenitores de ahora son más permisivos y abiertos con relación al sexo, saben lo que es salir por la noche... "La relación padres-hijos es incomparable con generaciones anteriores, cuando en la mitad de las familias el padre dictaba y el hijo obedecía; hoy la mayoría de los jóvenes de 17 y 18 años dice que lo único que oculta es lo que les puede dañar", enfatiza Urra. "A los adolescentes siempre les ha costado hablar con sus padres y a los padres con sus hijos; lo que ocurre es que la comunicación es ahora más necesaria porque las condiciones educativas han cambiado muchísimo: hemos ganado en libertad y expectativas, pero hemos perdido en autoridad y respeto, y la sociedad es más compleja y hay más variables que controlar", señala Pilar Guembe, pedagoga y coautora, con Carlos Goñi, de No se lo digas a mis padres (Ariel) y No me ralles (Nabla).

Guembe subraya que es normal que los hijos, que en la adolescencia descubren la intimidad, guarden para sí sus cosas, pero advierte que los padres deben conjugar el respeto a esa intimidad con el acercamiento a sus hijos. "Es imprescindible que haya comunicación padres-hijo porque sin comunicación no se puede educar; si no hablamos con ellos no sabremos qué hacen, qué piensan o qué sienten y, sin saber eso, no les podremos educar", indica la pedagoga.

Pero esa comunicación no se logra agobiándolos a preguntas, estando encima de ellos, metiéndose en sus asuntos, o revisando sus mensajes o su messenger. Cuando los padres indagan y aprovechan cualquier comentario o confidencia para reprender o ridiculizar, los hijos se cierran en banda y callan más.

"Si los padres no respetan su intimidad, si sólo sermonean, si siempre hablan de lo mismo, si no les escuchan, si los hijos ven que se creen que lo saben todo y nunca se equivocan, será más difícil que se cree un ambiente adecuado para el diálogo; los hijos no son delincuentes que controlar, sino hijos que educar", remarca Guembe. Tampoco se trata de, por no controlarlos o por no meterse en sus cosas, pasar de ellos "y convertirlos en 'huérfanos con padres vivos', una figura, por desgracia, demasiado habitual", advierte.

La dificultad estriba, por tanto, en comunicarse con ellos sin invadir su intimidad, salvaguardando las zonas de autonomía y privacidad. "En la comunicación padres-hijos hay una línea muy estrecha que sirve de frontera entre la necesaria autonomía de los hijos y la tutela a ejercer por los padres. Es difícil alcanzar el equilibrio, pero es necesario", afirma Javier Urra.

Isabel Menéndez cree que la clave es "que sientan nuestros pasos pero no nuestro peso; es decir, que sepan que estamos ahí, disponibles y dispuestos a escucharlos, supervisando, pero sin someterles a un tercer grado". Y lo ilustra con un ejemplo: "Podemos preguntarles dónde van y pedirles que lleven el móvil encima y conectado con el argumento de que si hay una urgencia necesitamos poder localizarlos, pero luego no estar llamándolos cada cinco minutos para ver qué hacen".

Por otra parte, psicólogos y pedagogos remarcan que la comunicación y la confianza con los hijos se gana poco a poco, de forma que de nada sirve comenzar a preocuparse en la adolescencia si desde los primeros años no se les ha demostrado que importan, que interesan sus cosas, que se disfruta perdiendo el tiempo con ellos y que se está a su lado. El sociólogo Javier Elzo opina que la comunicación se complica hoy día en muchas familias por el agobio que viven los padres. "Los chavales lo perciben y tienen un doble sentimiento: por una parte la necesidad de hablar con sus padres de lo que a ellos les interesa - no de lo que interesa a sus padres- y, por otra, algo nuevo que antes no se tenía, el temor y cierta preocupación por no dañar, no preocupar y no molestar a los progenitores", explica, convencido de que los hijos se callan muchas cosas porque ven a sus padres agobiados y no les quieren preocupar.

Claro que también son muchos los que callan por miedo a ser sancionados, porque les impondrán prohibiciones o, simplemente, porque no serán entendidos. "Si un chaval cuenta algo, es una ocasión de oro para hablar con él, sin hacer una reprimenda o sermón en cada ocasión, porque entonces no volverá a contar nada", dice Elzo. Eso no significa que si ha hecho algo grave se pase por alto, pero conviene buscar la ocasión adecuada. "Si el chaval llega bebido a la una de la madrugada, no será esa noche ni a la mañana siguiente, cuando esté con resaca, el momento de hablar de lo que ha pasado ni de encauzar su comportamiento", ejemplifica.

Tampoco favorece el diálogo con los hijos el que muchos padres limiten sus conversaciones al área instrumental: "¿Te has duchado?", "¿has hecho los deberes?". De hecho, tanto Javier Urra como Javier Elzo han constatado que muchos chavales se lamentan de que sus padres sólo les preguntan por las notas que sacan, que sólo se preocupan por sus calificaciones y que el resto de aspectos escolares y personales los consideran niñerías. Y esa desconsideración o falta de interés por sus preocupaciones y por sus asuntos figuran entre los motivos que los adolescentes aducen para no contar cosas a sus padres (véase información de apoyo) y también condicionan los temas que ocultan. Elzo sintetiza en cuatro las áreas de ocultación: sus relaciones sexuales, las cuestiones relacionadas con el consumo de drogas y de alcohol, las notas y lo que hacen en Facebook y otros foros de internet, que hoy es su principal medio de comunicación y socialización.

El informe de Urra sobre ¿Qué ocultan nuestros hijos? ofrece una lista más detallada de las ocultaciones más habituales, con curiosidades como la de un chaval que no cuenta a sus padres que va a misa. "La mayor parte de los secretos de los adolescentes son inocentes, y los que no lo son es mejor que los compartan con otros adultos que no sean los padres", tranquiliza este psicólogo. Y recuerda, además, que los padres también callan cosas a sus hijos por no perder su autoridad.

Anthurium sp
Foto: Pilar Vidal Clavería

martes, 1 de diciembre de 2009

Comunicación en la nevera


Leer un libro de 230 páginas en una hora sin haber hecho ningún curso de lectura rápida tiene una explicación.

En sus páginas encontramos breves notas dejadas en la puerta de la nevera a modo de postits, que relatan la relación entre una madre y su hija.

La vida a la porta de la nevera, en castellano La vida en la puerta de la nevera, está escrito por Alice Kuipers y es su primera novela.

El hecho de que sean frases cortas las que nos encontramos en el relato le da un aspecto aspero y a la vez profundo, un poco como si fueran dardos enmascarados en unos mensajes que tienen mucho de vacio y de falta de comunicación, tristes y conmovedores.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Estrategias


Empieza el nuevo curso escolar y muchos padres y profesores ya tiemblan: los adolescentes atacan de nuevo. El psicólogo Ángel Peralbo, especialista en programas de terapia familiar, acaba de publicar el libro El adolescente indomable, en el que expone estrategias para que los progenitores dejen de desesperarse y aprendan a solucionar los conflictos con sus hijos.

El psicólogo especialista en terapia familiar ha publicado el manual de ayuda a los padres 'El adolescente indomable'.

Respuestas donde se habla de responsabilidad en lugar de culpa, de firmeza y de aprender a poner límites, las podemos leer en esta entrevista de Sílvia Colomé en La Vanguardia de hoy, a Angel Peralbo.

"La juventud de hoy lo ha visto casi todo pero no comprende ni la mitad"

-Leyendo el título del libro podemos llegar a la conclusión que hay adolescentes que son como leones.
-Más de uno me ha dicho que él no es así.

-¿Entonces?
-Son adolescentes de hoy. Están mucho más informados y esto los lleva a extremos insospechados. Muchos se extralimitan y pueden llegar a ser leones. Hay muchas cuestiones que hay que conocer e insto a los padres a que lo hagan.

-¿Por ejemplo?
-Todo ha cambiado mucho: el contexto social, educativo, la dinámica social… incluso la ley del menor. El adolescente también es esclavo de las circunstancias que está viviendo. Las pautas que antes funcionaban, ahora ya no funcionan.

-¿Cómo cuál?
-El ejercicio de la autoridad; la típica frase "Cuando yo tenía tu edad…" está desfasada e incluso puede llegar a frustrar a los padres. Ahora los adolescentes tienen más vías de comunicación y se han hecho más parcos en palabras.

-Así la comunicación con los padres se complica…
-Los padres tienen que hacer encaje de bolillos para saber qué piensan y qué hacen sus hijos.

-¿Y qué hacen?
-Ahora el acceso al alcohol o al porro está en los 13 años, mientras que antes era a los 16 o 17, cuando el grado de madurez es mayor. Todo se ha adelantado, pero la madurez de los adolescentes, no. Los jóvenes se responsabilizan más tarde y se emancipan más tarde.

-En casa de los padres se vive muy bien…
-Como en un hotel y su habitación es su fortaleza.

-¿La culpa es de los padres?
-No hablaría de culpa, pero sí de responsabilidad. Bastante culpables se sienten ya… Lo importante es saber que pueden hacer muchas cosas con los adolescentes, pueden aprender cómo actuar.

-¿Cómo?
-Entreno a los padres para que ejerzan el control. Deben posicionarse firmemente, aunque la reacción del adolescente sea intensa. Los chicos no son tontos y lo acabarán entendiendo. Se regulan cuando encuentran el límite.

-¿Se ha perdido?
-En muchos casos, los padres cuando fueron adolescentes se encontraron con una autoridad férrea y ahora ellos son más permisivos. A veces incluso se van a los extremos. Es la ley del péndulo. Se genera una autonomía mal entendida.

-Hablemos de una preocupación concreta de los padres: el uso de Internet. ¿Cómo regularlo?
-El 95% de los adolescentes usa Internet. Es una realidad. Se debe controlar mucho o poco según el adolescente. Lo importante es empezar el control cuando el hijo es pre-adolescente y ya se empieza a conectar. Se deben establecer unos horarios compatibles con otras actividades, como los estudios, la familia, los amigos… Es preocupante el tiempo que dedican a Internet y lo que dejan de hacer.

-¿Los padres acostumbran a regularlo?
-El 75% de los adolescentes acceden a Internet sin control, solos. Les dejamos ante una herramienta sin límites y no podemos ni sospechar lo que pueden estar haciendo.

-¿Qué normas se deberían establecer con Internet?
-Debería haber un control de los horarios y el adolescente debería explicar a qué páginas accede. Los padres no tienen que espiar a los hijos, pero sí estar tranquilos con lo que hacen. Internet hace más vulnerable la psicología del adolescente.

-Explíquese.
-Los adolescentes se pueden sentir heridos con lo que otros compañeros cuelgan en Internet. Hay muchos datos en la red que pueden repercutir en la emisión y la recepción.

-Esto me recuerda el caso de Maores, la adolescente de Ripollet, asesinada por haber colgado una foto en la que besaba a su asesino, también adolescente.
-En las relaciones de pareja ocurren cosas terribles. Los adolescentes se acercan más a los modelos de dependencia emocional y relaciones turbulentas que a los de comprensión. Nos sorprenden con actos que son reflejo de la sociedad. La juventud de hoy lo ha visto casi todo pero no comprende ni la mitad.

-¿Es cuestión de valores?
-Los valores están trivializados. Estamos en una dinámica de socialización que pasa por alto los valores. Tenemos que pensar que los adolescentes de ahora son los adultos del futuro. Esto nos debe hacer reflexionar mucho y trabajar aspectos educativos.

-Hablando de educación. Hay profesores que están de los nervios con sus alumnos adolescentes…
-Sufren tres cuartas partes de su tiempo. Tiene que haber más complicidad entre padres y profesores. Unos por otros, los adolescentes encuentran una brecha para extralimitarse. Cuando cometen un error, los padres y el colegio tienen que ser consecuentes. Los progenitores no deberían tener ningún problema en asumir que su hijo ha estado involucrado en algún asunto. Se tienen que trabajar procesos de mediación entre profesores y padres.

-¿Qué consejo daría para este inicio de curso escolar?
-Hay que sentarse y regular todas las cuestiones del día a día, que son más problemáticas al inicio del curso. Los padres no tienen que estar encima de todo, pero sí controlar sin que se note mucho.

Prunus cerasifera, en el parque del Putxet

miércoles, 8 de abril de 2009

Convivencia

Con el título Puedes contar conmigo. Convivencia entre padres y adolescentes, la tercera de las conferenciantes en la Jornada Arké / Epsilon Natura, La Terapia Floral y los niños, Amparo Levratto Belén, terapeuta bioenergética especializada en terapia floral, explicó como la terapia floral puede ser un recurso de ayuda en la fase de la adolescencia de nuestros hijos.

Amparo utiliza tres de los sistemas florales, combinando los tres según las necesidades de cada uno, Bach, Fes y Bush.

Con tolerancia, firmeza y flexibilidad será para todos más fácil pasar por esta etapa de la vida, donde son normas los desafíos, las locuras, las osadías y el ponerlo todo en duda.

A modo de reflexiones hizo una serie de recomendaciones de gran utilidad.

Poner la responsabilidad sobre los hombros de los adolescentes, es básico como punto de partida donde uno no enseña los que dice, ni siquiera enseña lo que hace. Uno enseña lo que es.

Desde un punto de vista personal y profesional nos explicó que educar a los hijos es, en esencia, enseñarles a valerse sin nosotros.

Al llegar a la adolescencia han de adecuarse una serie de parámetros en cuanto a los padres y a los hijos.

Los padres han de tratar a sus hijos con claridad, con coherencia, firmeza y libres de remordimientos, teniendo en cuenta que los hijos no quieren consejos, ya que ellos mismos necesitan experimentar, viven sus emociones de forma confusa y les cuesta cumplir con sus compromisos, su enfrentamiento a la autoridad es continuo y se sienten muy incomprendidos.

Para conseguir la tolerancia, la flexibilidad, el respeto y la adaptación serán básicas las siguientes esencias de Bach:

Walnut, Beech y Elm.

Para poder ajustarse a las normas las esencias que nos nombró Amparo fueron:

Caléndula, Penstemon, Larkspur, Mallow, Magnolia y Fairy Lantern y Quince todas ellas del sistema FES.

Vervain y Vine del sistema Bach

Jacaranda del sistema Bush

Para solventar problemas con papá y mamá, no sólo durante la adolescencia, sino en cualquier momento de nuestra vida tenemos a:

Mariposa Lily y Sunflower de FES y Chicory y Vine de Bach

En la vida cotidiana y ante situaciones diversas como adicciones, dependencias, tensiones o irritabilidad citó Amparo:

Morning Glory, Goldenrod, Self-Heal, Violet, California Poppy Chamomile

En lo temas de relaciones, amor y sexo necesitamos nuevamente claridad para informar y permitir, Crab Apple y Wild Rose de Bach, y Manzanita, Pretty Face, Lavender, Garlic, Basil, Bleeding Heart, Borage, Jasmine de Fes.

En el estudio y en el compromiso tenemos a:

Clematis, Chestnut Bud y Walnut del sistema Bach.
Tansy, Avocado, Blackberry, Lemon, Madia de FES y Bush Fuchsia y el árbol de Bush Illawora Flame Tree, estrella de esencias según Amparo para los adolescentes


A modo de resumen recordó los errores más frecuentes en los papás y las mamás:

Sentirse culpables, preocuparse en exceso y no actuar, criticar a sus amigos, sentirse superados por las circunstancias y creer que uno puede dimitir.

La siguiente y última conferenciante de la Jornada Marion Leigh, creadora de las esencias florales Findhorn, nos explicó  que  tenía preparada una charla similar a la que nos había hecho Amparo, por lo que optó por llevar a cabo una clase más práctica, trabajando con situaciones reales de los asistentes y donde todos pudimos participar exponiendo nuestras opiniones y donde resaltaron combinaciones florales como Psychic Protection, para proteger el cuerpo emocional de las energías negativas, Karma clear para aliviar tensiones que traen dolor, sufrimiento y pena, Holy Grail que armoniza e integra los cuerpos psíquico, emocional, mental y espiritual y Inner Child para nutrir nuestro niño interior.

Magnolia delante del Palau de la Música de Barcelona
Foto: Pilar Vidal Clavería

jueves, 18 de diciembre de 2008

Lo quiero ¡ya!

Este artículo de La Contra habla de los adolescentes, algunas de las respuestas se pueden asociar con las Flores de Bach

Jordi Royo, psicólogo clínico
"Nuestros adolescentes son rebeldes del bienestar"
VÍCTOR-M. AMELA - 18/12/2008
La Contra-La Vanguardia

Tengo 49 años. Nací en Berga y vivo en Barcelona. Soy psicólogo clínico y coordino la prevención de drogas en Badalona. Estoy casado y tengo un hijo, Guillem (12). Siento aún el programa social de la izquierda. Creo en el dios de la Patum, el que baila con la gente en la calle

¿A qué edad comienza la adolescencia?

Hoy, a los 12 años. El primer día de 1. º de ESO.

¿Por qué?

Es el día que dejamos que el chaval vuelva solo a casa, con su llave. En casa no hay nadie: merendará lo que le apetezca y verá la tele, chateará y jugará con la videoconsola a sus anchas.

¿Qué tiene en común este adolescente con el de hace treinta años, y qué no?

En común, los trastornos hormonales y la impulsividad: el cerebro experimenta un nuevo arranque para hospedar nuevas competencias, nuevas aptitudes.

Estamos ante un ser mutante, vamos.

Sí, y es natural que manifieste cambios de personalidad, una en casa y otra fuera...

Da un poco de miedo.

Más temibles que estos factores endógenos - iguales en todas las épocas-son los exógenos, que son nuevos, y que moldean a estos "nuevos adolescentes" nuestros.

¿A qué factores nuevos se refiere?

A la cultura del ocio tecnológico: pantallas, videojuegos, internet, móvil, mp3... Y al "lo quiero ¡ya!". Por eso es fácil que a esta edad incurran en adicción a un ocio paralizante y a la inmediatez, a quererlo todo al instante.

Tengo preparada una charla sobre las Flores de Bach "12 lecciones a aprender" y en cada uno de los 12 sanadores he puesto una breve frase que para mi determina el defecto a superar, en el caso de Impatiens es precisamente "Lo quiero ya", si decimos que los Impatiens son impacientes, que no tienen tiempo que perder, que son irritables, exigentes, no soportan la lentitud, todas estas características quedan perfectamente reflejadas, en esa necesidad de inmediatez. La lección a aprender, la indulgencia, nos enseña a saber esperar, a ver que cada uno necesita su tiempo, el pararse a observar, a perdonar las diferencias de los otros, a tener empatía.


¿Hemos maleducado a nuestros hijos?

"Educar bien a un hijo consiste en dejarle que pase un poco de hambre y un poco de frío", decía Confucio. Quizá no les hemos dado buen ejemplo... Si no quieres que tu hijo sea consumista, ¡no lo seas tú!

¿Cómo definiría a estos nuevos adolescentes nuestros?

Los defino como los rebeldes del bienestar. Si antes el adolescente se rebelaba para mejorar el mundo, ahora admite "estoy de puta madre, ¡pero quiero estar mejor!", como me confesó uno. Quieren para sí más lujo del que ya tienen, que es mucho.

¿Y qué deberíamos hacer los padres?

Evitar hiperregalar a los niños. ¿Por qué no acompañarlos a entregar regalos sobrantes a niños necesitados?

Más consejos.

Desde niños, acóteles el uso de pantallas: de lunes a viernes, nada de videojuegos.

¿Le compro móvil a mi hijo de 13 años?

En la clase de mi hijo de 12 años, él y otro son los únicos sin móvil. ¡Los amigos le acusan de tener un padre irresponsable, pues no podrá avisarme si "le pasa algo"!

¿Y usted qué le argumenta a su hijo?

Que las desventajas de tener móvil - adicción, gasto...-superan las ventajas. ¡Retrásele a su hijo el móvil todo cuanto pueda!

¿Le permito tener tele en su cuarto?

¡No! Lo mejor es un solo televisor en la sala, y negociar su uso entre toda la familia.

Pero ordenador sí necesita, para hacer trabajos del cole.

Pero si tiene que conectarse a internet, que sea en un ordenador situado en la sala.

Otro problema: ¿le doy paga?

Retrásela al máximo, y que se acostumbre a razonar para qué quiere el dinero, y a argumentar si realmente necesita tal cosa. Y si a los 15 años acuerdan paga..., que sea semanal, y fijando para qué conceptos.

¿Y si exige salir de noche con amigos?

Retrase eso lo posible, y pacte la hora de regreso, lo menos tarde posible, y si incumple, que no salga la próxima. Lo mejor es que un padre vaya cada vez a recoger al grupo.

Trabajoso, ser padre de adolescente...

Haber sido padres exitosos de un niño ¡no garantiza serlo de un adolescente! Los padres de adolescente deberían asistir a un cursillo. ¡Y ojalá colaborase la escuela!

¿No lo hace?

Los conflictos reales del adolescente son las drogas, el sexo, la violencia, las adicciones, los trastornos alimentarios, la percepción del propio cuerpo, la indumentaria y el dinero. Yo pregunto: ¿cuántas horas dedica la escuela a debatir acerca de estos asuntos?

No sé.

¡Casi nada o nada! La escuela ni se atreve a decir qué ropas no deberían admitirse en clase. ¡La escuela, pues, todavía no ha entrado en el siglo XXI! Deberíamos reclamárselo, y a la vez devolverle autoridad moral.

¿Cómo educo al chaval sobre sexo?

Propiciando ocasiones para hablarle de sexo. ¡Hoy se dan más embarazos indeseados que nunca! Ayúdele a conocer el preservativo. Todas las chicas llevan tampones en el bolso, ¡pero ninguna lleva preservativos! Es desesperante... Usan la píldora abortiva.

Pero el pánico paterno es la droga.

Cuéntele al adolescente la verdad: que el cannabis puede proporcionar sensaciones placenteras, pero distorsiona percepciones, merma la capacidad de concentración, puede disparar trastornos mentales... Que las pastillas son euforizantes y empatizantes, pero luego hunden en la apatía, restan potencia intelectual, disparan brotes psicóticos...


Deme tres consejos de oro.


Apóyele en sus estudios. Repártanse labores domésticas (¡sin mediar paga alguna, por supuesto!). Hágale luchar por cada cosa que desee. Lo cierto es que será más fácil si desde niño le adiestró en el arte de respetar límites. Si no..., lo tiene usted difícil.

La flor de
Bach de gran ayuda en el respetar límites es Centaury, en este caso la frase que escogí para determinar el defecto a superar es "Cómo tu digas", sus defectos son el querer siempre complacer, no saber decir que no, la debilidad, el miedo al rechazo, la necesidad de ser aceptado. Con Centaury aprendemos a a poner límites en las relaciones con los demás, a decir ahora no puedo, la lección a aprender es la de la Firmeza.


¿Ante qué síntomas debo alarmarme?

Un repentino bajón en su rendimiento académico, dificultades con sus horarios...

Lo bueno es que la adolescencia se acaba, ¿verdad? ¿Cuándo se acaba?

A los 30 años... Es el adojoven: el joven que sigue siendo adolescente, que no se ha esforzado en dejar de serlo. A veces, ¡sus propios padres son todavía adolescentes!



Impatiens y la velocidad

Foto: Pilar Vidal Clavería
<>Consentidos
Los padres consienten conductas y actitudes de sus hijos que los desentrenan para afrontar las pasiones y frustraciones de la adolescencia, lo que deriva en conflictos que se vuelven contra los padres. Temerosos de las reacciones de sus adolescentes hijos, agravan aún más la disfuncional relación. Para aliviar esto, Jordi Royo creó el centro Amalgama (www. amalgama7. com), que imparte cursillos para padres de adolescentes y reeduca a los hijos. Amalgama y un grupo de padres alientan la Fundació Portal, que ayuda a familias con hijos drogadictos y trastornos mentales. Royo da claves para tratar con nuestros nuevos adolescentes en Los rebeldes del bienestar/Els rebels del benestar (Alba).






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